jueves, 8 de enero de 2009

¿Refundar el capitalismo?

Algunos líderes mundiales, inclusive de orientación liberal, salen al paso de las críticas seudosocialistas a la actual crisis financiera, trasegada de manejos fraudulentos en el mercado de capitales y bujía de una gran recesión global. Salen al paso, supongo, pretendiendo defender a un capitalismo, que tal vez entienden maltrecho tras dos siglos y medio de existencia social.

Es sano reconocer la vigencia de cualquier discusión sobre los grandes sistemas sociales y económicos contemporáneos, así como sobre cualquiera que nos ofrezca la historia. El ser humano saca provecho del intercambio de ideas y especializa sus herramientas de interacción con el ambiente. Sin embargo, que haya líderes de talla mundial planteándose si vale la pena o no "modificar" el capitalismo, no deja de causar una poco de vergüenza ajena.

El capitalismo es un sistema superestructurado, que alberga en su seno, con mayor o menor tolerancia antes de una indigestión, múltiples iniciativas sistémicas, la mayor parte de ellas originadas a través de la aplicación, más o menos sostenidas, de políticas públicas de carácter nacional.

El capitalismo no se modifica porque lo acuerde mañana la Asamblea General de Naciones Unidas, lo ratifiquen todos los bancos centrales del planeta, todos los organismos multilaterales y lo ratifiquen todos los parlamentos y dictadorzuelos de la Tierra. Para suerte o desgracia de los seres humanos, el capitalismo es una producción cultural humana dispuesta tras múltiples acumulaciones históricas que no son de fácil reversión.

Es dable pensar en la evolución del capitalismo, incluso en su superación, como es dable pensar en la conquista del espacio, o en la aparición de organismos artificiales similares a nosotros inventados por nosotros, o en el colapso de la biosfera por recalentamiento global.

No se trata tampoco de autocalificarnos como impotentes para cambiar el capitalismo. Insisto, se trata de un suprasistema, por lo tanto las posibilidades que ofrece para actuar en función de múltiples diseños y objetivos son bastante grandes (no tanto como algunos pretenden, ni tan pequeñas como quisieran otros). Lo cierto es que ahí están sus reglas fundamentales, si las comprendemos y utilizamos, si establecemos sinergia con los parámetros morales y culturales que coinciden con su nacimiento y desarrollo (no en balde, allá donde estos patrones morales y culturales no existen o están muy fragmentados o limitados por otros, normalmente estamos en presencia de sociedades que se desenvuelven en sistemas anteriores al capitalismo, algunas en diversas formas de mercantilismo asociadas a un capitalismo raquítico, otras más vinculadas a sistemas aún anteriores, como feudalismo) habremos de avanzar en lo que el capitalismo facilita avances: creación de bienes y servicios para satisfacer necesidades de la gente.

Otro asunto es la sustentabilidad global, la protección de nuestra roca, la creación de un sistema de justicia que contradiga reglas sistémicas del funcionamiento biólogico o del social. Está muy bien, pero no es tan sencillo encontrar las respuestas en el capitalismo. Del capitalismo surgen ideologías, fortalece otras, contrasta a muchas, pero no es una tabla de mandamientos su aporte. Está ahí y ya. Si los humanos queremos actuar con responsabilidad intergeneracional, si queremos construir integración y sobrevivencia social sobre bases más o menos ciertas, usemos la inteligencia y enfoquémonos en lo que debe ser mejorado de cada sistema, sin reinventar la rueda ni confundir el alumbrado público con el resplandor lunar.