viernes, 6 de noviembre de 2009

Los mil apellidos del capitalismo

Capitalismo industrial, capitalismo salvaje, capitalismo solidario, capitalismo tecnológico, capitalismo financiero, capitalismo liberal, capitalismo de mercado, capitalismo de estado, capitalismo con rostro humano, capitalismo monopolista, oligopolista o cartelizado, capitalismo neoliberal, capitalismo, capitalismo, capitalismo...

Los mil apellidos del capitalismo nos acercan la idea de su marcado carácter polifacético y actual. Uno de los que más escribió sobre capitalismo fue Marx y su influencia preñó las referencias de muchas escuelas de economía política durante años. Sin embargo, desde hace muchos años, la economía política que orienta la investigación científica en casi todo el mundo es marcadamente no marxista. Eso no evita que siga habiendo economistas y no economistas a los que les gustaría otra forma de capitalismo. Tal vez es inevitable.

El capitalismo es una forma de organización nacional e internacional de las sociedades que tiene como epicentro la propiedad privada (se podría decir también que la protección que de ella hacen las instituciones del Estado nacional y las instituciones supranacionales que los agrupan; el mismo concepto de propiedad no es más que una convención social y el máximo nivel de convencionalismo social institucionalizado es el Estado). También se basa en la libre asignación de recursos e intercambio de mercancías.

A mi me gusta definirlo como el sistema socio-político-económico, cultural y jurídico institucional que genera cierta forma de asignación de recursos y producción de bienes y servicios y que, a través de la innovación, acumula capacidades para producir cada vez más y mejores soluciones a las necesidades de la gente.

Este acumular de bienes y servicios que tienen la capacidad especial de producir otros bienes y servicios le da la personalidad al capital...es el capital. No es el dinero, no es el oro ni el plutonio. Es simplemente aquel bien que sirve para producir otros bienes y su mecanismo intrínseco de acumulación es la innovación aplicada.

Algunas familias de apellidos se vinculan con el nivel de libertad de esas asignaciones e intercambios. Las restricciones tienen diversa justificación y no resulta raro observar como se enmaraña el sistema de incentivos y regulaciones para promover determinado “comportamiento” en los agentes sociales en función de determinados objetivos, no siempre considerando la libre asignación e intercambio como parte de los medios vinculados teóricamente con estas finalidades (casi siempre poco sustentadas en análisis científicos).

El capitalismo no está en peligro, por mucho que se empeñen en golpearlo los promotores del hombre nuevo. Tampoco su salud garantiza mucho para la paz y el progreso mundial. La estructuras políticas que condicionan su existencia mucho pueden aún hacer para mejorar o empeorar la vida de todos los seres que compartimos el planeta.

El capitalismo sólo acumula prácticas sociales que están en proceso de consolidación desde los tiempos (remotos o recientísimos, depende de la perspectiva para la observación) en los que se generaron las dos únicas revoluciones que ha conocido la humanidad después de la última glaciación, la Neolítica y la Capitalista.

Los apellidos de esta última revolución (la capitalista) sólo nos dicen que está viva, que los acontecimientos están en desarrollo. De el capitalismo no depende la destrucción ni la salvación del hombre, aunque su aporte a la construcción de riqueza no tenga parangón con periódo alguno de la prehistoria e historia humana. Como todo sistema de convencionalismos más o menos consolidados, sólo refleja nuestra evolución social, que puede ser entendida como una forma extendida de práctica biológica, es decir, de sobrevivencia como especie.

Si el capitalismo es o no sustentable o sus excesos nos lo presentan como consumista y depredador (apellidos, apellidos...) la naturaleza aún tiene potencia para hacer su trabajo y ponernos en nuestro lugar.

Si el hombre supera la limitación de su habitáculo espacio temporal (por ejemplo, habitando otros planetas) tal vez algunos piensen que se resolvió el problema.

El hombre no tiene destino. No resuelve problemas ontológicos. El hombre vive y hace con su vida parte del sistema que evoluciona, comparte, presiona y resulta. La pretensión de construir diseños políticos y morales específicos, no es más que una parte del complejo entramado cultural que condiciona nuestra relación entre nosotros mismos y con nuestro entorno.

El capitalismo consumista podría ser sólo una pequeñísima fase de un complejo ensayo y error en el que se arriesga continuamente el equilibrio ambiental, pero es que todo el ser humano tiene un diseño cuestionable desde el punto de vista evolutivo y siete millones de años de crecimiento contrastado nos ubican como una especie animal dominante, pero no garantizan nada con respecto a nuestra sobrevivencia.

Capitalismo aniquilador o capitalismo salvador. Si somos lo que somos y procuramos comprendernos antes de cambiarnos, capitalismo no es más que una parte del complejo entramado de herramientas sociales que ha permitido construir la mayor cantidad de superestructuras materiales, institucionales y espirituales desde que los hominidos están de fiesta.

jueves, 8 de enero de 2009

¿Refundar el capitalismo?

Algunos líderes mundiales, inclusive de orientación liberal, salen al paso de las críticas seudosocialistas a la actual crisis financiera, trasegada de manejos fraudulentos en el mercado de capitales y bujía de una gran recesión global. Salen al paso, supongo, pretendiendo defender a un capitalismo, que tal vez entienden maltrecho tras dos siglos y medio de existencia social.

Es sano reconocer la vigencia de cualquier discusión sobre los grandes sistemas sociales y económicos contemporáneos, así como sobre cualquiera que nos ofrezca la historia. El ser humano saca provecho del intercambio de ideas y especializa sus herramientas de interacción con el ambiente. Sin embargo, que haya líderes de talla mundial planteándose si vale la pena o no "modificar" el capitalismo, no deja de causar una poco de vergüenza ajena.

El capitalismo es un sistema superestructurado, que alberga en su seno, con mayor o menor tolerancia antes de una indigestión, múltiples iniciativas sistémicas, la mayor parte de ellas originadas a través de la aplicación, más o menos sostenidas, de políticas públicas de carácter nacional.

El capitalismo no se modifica porque lo acuerde mañana la Asamblea General de Naciones Unidas, lo ratifiquen todos los bancos centrales del planeta, todos los organismos multilaterales y lo ratifiquen todos los parlamentos y dictadorzuelos de la Tierra. Para suerte o desgracia de los seres humanos, el capitalismo es una producción cultural humana dispuesta tras múltiples acumulaciones históricas que no son de fácil reversión.

Es dable pensar en la evolución del capitalismo, incluso en su superación, como es dable pensar en la conquista del espacio, o en la aparición de organismos artificiales similares a nosotros inventados por nosotros, o en el colapso de la biosfera por recalentamiento global.

No se trata tampoco de autocalificarnos como impotentes para cambiar el capitalismo. Insisto, se trata de un suprasistema, por lo tanto las posibilidades que ofrece para actuar en función de múltiples diseños y objetivos son bastante grandes (no tanto como algunos pretenden, ni tan pequeñas como quisieran otros). Lo cierto es que ahí están sus reglas fundamentales, si las comprendemos y utilizamos, si establecemos sinergia con los parámetros morales y culturales que coinciden con su nacimiento y desarrollo (no en balde, allá donde estos patrones morales y culturales no existen o están muy fragmentados o limitados por otros, normalmente estamos en presencia de sociedades que se desenvuelven en sistemas anteriores al capitalismo, algunas en diversas formas de mercantilismo asociadas a un capitalismo raquítico, otras más vinculadas a sistemas aún anteriores, como feudalismo) habremos de avanzar en lo que el capitalismo facilita avances: creación de bienes y servicios para satisfacer necesidades de la gente.

Otro asunto es la sustentabilidad global, la protección de nuestra roca, la creación de un sistema de justicia que contradiga reglas sistémicas del funcionamiento biólogico o del social. Está muy bien, pero no es tan sencillo encontrar las respuestas en el capitalismo. Del capitalismo surgen ideologías, fortalece otras, contrasta a muchas, pero no es una tabla de mandamientos su aporte. Está ahí y ya. Si los humanos queremos actuar con responsabilidad intergeneracional, si queremos construir integración y sobrevivencia social sobre bases más o menos ciertas, usemos la inteligencia y enfoquémonos en lo que debe ser mejorado de cada sistema, sin reinventar la rueda ni confundir el alumbrado público con el resplandor lunar.